En este conjunto de cerámicas se presenta un paisaje urbano conformado por siete edificaciones de gran escala.
Las esculturas podrían asemejar torres, rascacielos o estructuras habirtacionales con espacios modulares identificables. El despliegue de estas unidades, a manera de cubos, en algunas de estas piezas puede aludir al rampante y descontrolado crecimiento urbano, en parte ocacionado por la migración del campo a la ciudad. Aunque este paisaje se integre por las altas torres,su aspecto no es prístino ni conjuga los volúmenes regulares de la arquitectura moderna.
En la pieza, lo arquitectónico se conjuga con lo mineral o lo vegetal, remitiendo a ruinas o al abandono. Así, la artista parece ponderar una condición de difícil habitabilidad que está presente en las grandes ciudades por efecto de sus aglomeraciones y consumo desmedido de recursos, así como por sus divisiones física y sociales.